La nueva Europa, en nuestras manos. El
cambio de paradigma es posible. Si estamos en que la actual estructura de poder
europea en lo sustancial está dominada y enclaustrada por el capital
especulativo y financiero del que la hegemonía de la derecha política segunda,
más hemos de convencernos de nuestra fuerza por establecer un nuevo rumbo,
virar a posiciones progresistas y sociales porque, en definitiva, en Europa se
da hoy un déficit democrático bien evidente.
Y tenemos ese poder. El poder de nuestra
decisión soberana. Es el poder de nuestro voto depositado en la urna que es
individual y libre pero que a todos concierne. El voto es, puede ser si se
ejercita, el origen, el comienzo para el gran cambio. Su fuerza es
extraordinaria porque puede manifestarse como un gran torbellino de voluntad y
esperanza.
Frente a la opinión de aquellos que están
asentados en opciones políticas complacientes (pero muy virulentas y combativas
contra la izquierda) defensora del fin de las ideologías, es de suma importancia
pregonar que la lucha de clases existe y continúa porque hoy como ayer tiene su
fundamento.
La lucha de clases de hoy necesita la
convergencia de las fuerzas políticas progresistas de todo el espacio europeo.
Es preciso idear, proyectar y llevar a la práctica la gran transformación que
Europa pide a gritos, y en todos los terrenos.
No cabe enrocarse, ni permanecer
estáticos, estar a la defensiva. La nueva estrategia (recuperada) se basa en la
movilización -si se me admite, incluso, en el combate- en la exposición
del nuevo modelo, que no puede ser otro que el del Estado de Bienestar para los
próximos años venideros, pero que tiene vocación de permanencia, evolucionando,
adaptándose a las nuevas exigencias haciéndose viable y sostenible.
La cuestión, entonces, es abordar, lejos
de planteamientos abstractos y especulativos inoperantes, la tarea de la gran
transformación. ¿Quiénes serán los aliados que lideren el cambio y su
coordinación? ¿Qué alcance tendrá ese cambio: objetivos, alternativas,
acciones, prioridades, extensión, programación, calendario...nacido del debate,
del consenso para su aceptación mayoritaria que dé respuesta a los graves y
diversos problemas del conjunto de la sociedad europea?
Es, por supuesto, la izquierda de manera
natural la llamada a encarar este desafío histórico por razones obvias que no
parece imprescindible detallar aquí.
La izquierda: partidos, sindicatos,
movimientos sociales, colectivos ciudadanos, asociativos... Este es el reto, la
construcción de la Europa de los ciudadanos, de las personas con un porvenir en
paz, de cooperación, progreso y libertad de modo que, a su vez y en otra
dimensión, marque las pautas que haga posible una "gobernanza global"
(que no gobierno global) fundada en la solidaridad y en la alianza.
¿Por dónde empezar? Yo propongo, sin ánimo
proselitista, someter a consideración de todos los que esto puedan leer que
accedan a la Declaración Política del Comité Federal del PSOE.
En primer término, ineludible, Europa ha
de volcarse por una estrategia para la creación de empleo de calidad y de
salarios dignos. No es posible, por cierto, que algunos países de la Unión aún
no tengan establecidos salarios mínimos interprofesionales.
Esto implica, el diseño de una nueva
política económica que promueva e impulse el desarrollo económico productivo.
Un plan para la homogeneización de la deuda pública de los países de la moneda
euro. El final de los paraísos fiscales, lucha sin cuartel contra la evasión y
el fraude fiscal. El avance inevitable hacia un sistema fiscal europeo único.
En segundo lugar, la convergencia real no
puede darse en Europa sin una política ambiciosa que articule medidas urgentes
de lucha contra la desigualdad de obligado cumplimiento por parte de los países
miembros. El muro que separa hoy el lujo de los ricos de la decreciente calidad
de vida de millones de europeos cuando no de su precaria situación al borde del
umbral de la pobreza e, incluso, sumergidos ya en ella hay que dinamitarlo sin
demora.
En tercer lugar, nuestra propuesta conduce
a la creación de un espacio de derechos y libertades compartido donde la
igualdad de oportunidades y la solidaridad son fundamentos básicos en el
dinamismo y en las relaciones de las comunidades. Los servicios públicos y su
defensa son garantías para la preservación de derechos.
En fin, Europa será el espacio promotor de
la democracia. Democracia del día a día, la de la participación social y
política. La que genere políticos representantes de la voluntad de los
ciudadanos y ciudadanas, ligados a ellos. La política renacerá como expresión
del interés general, la defensa de lo común, de lo público.
Los europeos, también, debemos saber cuál
es nuestra posición en el mundo. Cargados de razones y de fuerza sabremos
contener abusos y arbitrariedades. Podemos defender y preservar el derecho
internacional con voz propia, libre de ataduras pero con voluntad de alianza y
cooperación.
Así es la otra Europa, basta con mostrar
nuestra voluntad. Voluntad para el cambio. Seremos la primavera del frente
progresista que necesita Europa.