domingo, 9 de diciembre de 2012

El impuesto sobre los depósitos bancarios (PP y PSOE enfrentados por el impuesto)


En verdad, no hay ningún enfrentamiento. El Partido Popular extremeño ha utilizado este asunto como lo que es, un partido populista y demagogo. No cabe esperar otra cosa de quienes teniendo responsabilidades de gobierno muestran una total falta de ambición política al carecer, claro, de proyecto político. Su preocupación electoral salta y daña la vista y la inteligencia: la paga extraordinaria para algunos funcionarios por quedar bien, mientras se abandona al resto de la sociedad extremeña. La Junta de Extremadura paga poco y mal.
Y el diputado Alejandro Nogales, relegado a la labor de apoyar al gobierno Monago por razones más de sustento personal que por criterios políticos, pretende argumentar que lo importante es que "vengan estos 39 millones de euros" anuales a Extremadura. Acaba diciendo que presentar un recurso de inconstitucionalidad hoy supondría dejar de percibir estos "milloncejos" que no hay que olvidar provienen del estímulo y la decisión de otros; de otras políticas, políticas socialistas de anteriores gobiernos, gobiernos socialistas.
Parece no saber el diputado Nogales que en política merece la pena defender principios y aplicar políticas sobre ideas, bajo una ideología determinada.
Hay razones para recurrir la decisión del Gobierno de la Nación, y contundentes. El gobierno de Mariano Rajoy basándose en la facultad que le confiere la Ley Orgánica de Financiación de las Comunidades Autonómas hurta la ejecución del gravamen sobre los depósitos bancarios reconocidos a la comunidad autónoma de Extremadura por el Tribunal Constitucional, después de años de espera. Espera que se mecía dormilona en el recurso promovido por el Partido Popular cuando estaba en el gobierno, gobierno presidido por Aznar. Antes sucedió el voto en contra de los populares extremeños cuando se propuso en la Asamblea de Extremadura por el presidente Ibarra.
Como se ha dicho por parte de algún profesor de la Universidad de Extremadura hay razones fundadas para elevar el recurso pero que otra cosa será la posición del Tribunal Constitucional por ser la LOFCA una ley orgánica. Pero es que el Estatuto de Autonomía extremeño es también una ley orgánica y, también, su origen jurídico está en la Constitución cuando se habla del derecho a la autonomía de los territorios en su Título Preliminar como también en los artículos primeros del Título VIII en lo que hace referencia, por añadidura, en otros más sustanciales del Capítulo III del título mencionado.
Y es más, en lo referente a la falcultad de establecer sus propios impuestos, tasas y contribuciones, ésta emana directamente del texto constitucional recogido en el apartado b) de artículo 157. En consecuencia, teniendo en cuenta que establecido el impuesto en 2001, siendo la sentencia favorable del Tribunal Constitucional a la ley del impuesto sobre los depósitos bancarios establecido por el gobierno de Ibarra quitando la razón a los argumentos de inconstitucionalidad del gobierno Aznar, tendría muchos visos de admitirse, de defenderse y aún de ganarse la razón.
Yo defendería, por de pronto, que el gobierno de Mariano Rajoy utiliza la facultad que le confiere la norma de la financiación de las comunidades autónomas para entorpecer el libre ejercicio de la competencia de éstas para establecer sus propios impuestos. El gobierno central aplicando esta norma creará una ley sobre los depósitos bancarios cuya finalidad no será recaudar porque su gravamen será cero, su intención es eludir su efecto en los bancos. La banca señala a Guindos con índice severo y autoritario cuál es el camino recto y ortodoxo. ¿Es esto fraude de ley?
Que sepa, entonces, el sr. diputado -éste que ya no tiene ni aptitudes ni actitudes izquierdistas- que la compensación a Extremadura se hará mediante complejas fórmulas financieras y que esos recursos no saldrán de donde deberían salir, esto es, de los beneficios de las entidades bancarias por sus depósitos sino, desafortunadamente, de lo que se detraiga de la caja común del Estado, es decir, de nuestros ingresos, de los ingresos de los que siempre pagan. Y Nogales -digo- satisfecho. No hay nada como la "izquierda" para hacerse daño.

domingo, 29 de julio de 2012

¿ADÓNDE VAMOS?

Esta es la pregunta que hoy se hacen muchas personas: adónde vamos; mejor sería decir, adónde nos llevan.

Ya no nos sorprenden las incoherencias del gobierno de Rajoy ni, por supuesto, las protagonizadas por Monago en nuestra comunidad autónoma.

Todos los días se da el espectáculo de los vaivenes en la toma de decisiones, los desmentidos y, posteriormente, la aceptación a regañadientes de la cruda realidad por parte de los responsables políticos del Partido Popular que agachan la cabeza al mejor estilo Josep Piqué, que dejó impronta. Se hace política al dictado. Es la sumisión del poder legítimo ante mercados y grupos de poder que pocos conocen y ubican. Está la voluntad popular maniatada y busca escape.

Entre tanto, somos testigos de una acción dañina que está minando el modelo social que empezamos a construir a partir de 1978.

El presidente del Gobierno afirma una y otra vez que no hay alternativa posible a la política de reducción del déficit público con el objetivo –dice él, pero que nadie sensato cree- de generar empleo.

La derecha española ha asumido sin pestañear el dogma del neoliberalismo desde los primeros años de su expresión. Es fácil comprobar esto, basta con detenerse a escuchar a Aznar y entrever la línea de análisis y pensamiento del “aparataje” de FAES, fundación creada en 1989, al final ya de la hegemonía thatcheriana. Siempre tarde, pero aplicados.

No hacen más que mentirnos y para ello se valen de todos los medios de comunicación que están a su alcance.

De esa necesidad de control de la información vino la “reestructuración” de RTVE, la “limpia” de rojos de la etapa Zapatero. Así lo han justificado los más extremistas de nuestra ejemplar derecha, aunque con otras palabras. Es una vergüenza que el prestigio de este ente público alcanzado por el trabajo serio y riguroso de sus profesionales se haya puesto en cuestión. Las reglas de juego se han roto por parte del Partido Popular para poder mangonear a su antojo, no tan solo en la dirección sino también en las entrañas, en la cocina de la información. Es deshacer lo hecho, lo hecho bien.

Con la mayoría de los medios a favor y con pocos críticos, el ejecutivo nacional junto con sus adláteres regionales quiere hacernos ver, como si fuéramos mascabellotas, que sólo hay un camino, el de la fe. El credo es una tontuna pero a fuerza de repetirse hace mella. No es, desde luego, nuevo pero nos aparece investido de total autoridad al ser defendido por economistas de mucho postín, de imagen diaria en medios de comunicación y de espacio reservado en diarios de gran tirada, nacionales e internacionales.

 Pero el dogma es un “déjà vu”, cuyos “axiomas” son el adelgazamiento de lo público, el tajo de raíz a derechos de todo tipo, menos Estado, menos política, más espíritu emprendedor y un viva a la competitividad sin escrúpulo alguno. Como el zumbido de la mosca, el credo revolotea y revolotea en las ondas, y es lerdo quien no está al día de la prima de riesgo y no justifica con mohín severo los ataques del gobierno a los indefensos ciudadanos que penan su culpa por haber vivido por encima de sus posibilidades. Crimen y castigo, muy ortodoxo todo.

Se necesita, necesitamos oxígeno. Hay otros caminos y escribiremos sobre ello. El primer paso es cuestionar este gobierno desde posturas siempre democráticas; sin violencias pero, también, sin ataduras.

jueves, 19 de julio de 2012

LA REALIDAD VITAL DE ESPAÑA HOY

LA REALIDAD VITAL DE ESPAÑA HOY

Más allá del desafecto que desde hace ya algunos años sienten y manifiestan los españoles hacia su clase política, -y que algunos de estos responsables políticos han estimulado con soltura proverbial y con una suficiencia al por mayor de total descaro; y, pese a ponerse en superficie la acción canallesca  de una granujería desvergonzada de politiquillos de todo signo y condición que no se amilana ante nada ni nadie por sus corrupciones, apropiaciones indebidas, prevaricaciones y más figuras delictivas- creo que nunca se ha dado un impulso tan irresistible de contestación a un gobierno como el presidido por Mariano Rajoy.

Quizás sí. Habría que citar, entonces, los sucesos del 11M. Un gobierno también del Partido Popular causó la hasta entonces mayor rebelión pacífica y multitudinaria de ciudadanos que se sintieron engañados. En la calle, miles de personas cargadas de reproches afrentaban al gobierno de Aznar requiriéndole, demandándole una verdad que minuto a minuto los medios de comunicación, nacionales e internacionales, iban desgranando pese a las declaraciones del ministro del Interior, Acebes, cuya cara demudada expresaba lo contrario de lo que decía. Nacía en nuestro país, no olvidemos, la iniciativa de llamamientos a concentraciones y manifestaciones por mensajes de los teléfonos portátiles.

En las calles y plazas de todos los pueblos y ciudades de España se levantaron voces unánimes de absoluta y determinante condena al atentado y de total reprobación al gobierno por su censurable actitud.

Todavía hoy, en relación con aquel brutal y sanguinario atentado, algunos siguen buscando la otra “verdad”, la razón que exculpe a los propios e intentar la imputación de los contrarios. 

Un acto de gobierno que pretendió tergiversar los hechos de aquel fatídico 11M. Un acto ignominioso que muchos españoles no perdonaron. Ahí quedará para siempre los rostros y nombres de los responsables de aquel desastre . El Partido Popular pagó su precio político perdiendo el gobierno de la Nación, si bien sus fieles electores pasaron por alto aquella tragedia nacional y votaron siglas e intereses, legítimos si se quiere. Millones de votos fueron al “pan, pan y al vino, vino” que diría después su líder. Hay votos que huelen a defensa de posición, a estatus, diríamos.

Resulta cuando menos significativo que la derecha española –básicamente, sin entrar en más profundidades- salió del gobierno por intentar ocultar la verdad del mayor atentado terrorista sufrido en España, y en 2011 ocupó un espacio de poder como nunca antes lo tuvo, y a la que se le reprocha –con razón- un ocultismo que nos hace cuestionarnos su legitimidad en su nuevo ejercicio de poder. No precisamente por su elección, con un número de votos incontestable y que se tradujo en una holgada mayoría absoluta y que daba vía expedita y manos libres a la acción del nuevo gobierno; pero sí, en cambio, por aplicación –mejor sería decir implantación- de medidas que nunca antes fueron anunciadas en campaña ni aparecían en su programa electoral. Decir ahora que se adoptan medidas porque no se sabía con detalle la cruda realidad es querer tomar el pelo a todos. Se dice, también, que estas medidas vienen impuestas por otros organismos, hecho que lejos de justificar la acción del gobierno del PP más bien actúa en su contra en tanto que los ciudadanos confiamos en un grado de independencia tal de nuestras instituciones que nos garantice que encaminan sus esfuerzos y desvelos en la defensa del interés general por encima de toda presión de dudosa categoría, venga de donde venga.

Pues eso. Hoy se da una de las mayores fracturas de confianza entre la sociedad española y su gobierno. Un gobierno, de nuevo, del Partido Popular.

Me atrevo a repetir -ya califiqué los recortes anunciados el 11 de julio  en el Congreso de los Diputados por Rajoy de fraude electoral- que estamos ante una situación absolutamente anómala en lo que se refiere a la legitimidad del actual gobierno.

Por muy duro que sea afirmar que el Partido Popular salió del gobierno en 2004 por sus mentiras, y que en 2011 está en el poder por ocultación de sus verdaderas intenciones y con un plan ideológico que no inspiraba su programa electoral por inausmible por una gran mayoría es, está claro, decir mucho y mucho de verdad. Su inspiración ideológica, no cabe la menor duda, es profundamente neoliberal. Génova bebe de fuentes de la Escuela de Chicago, y se rinde ante el monetarismo económico. Es demasiado cruda la verdad como para que no vaya disfrazada.

Si el sr. Gallardón, ministro de Justicia, muy dado a las citas de grandes personajes en su provecho, aunque sea descontextualizándolas, se atreve a apelar a Añaza, no seré yo quien rehúse acudir al político español de la paz, la piedad y el perdón en demanda de ayuda.

Un inciso. Podría el ministro de Justicia hacer gala de su “cartera”, y con su influencia positiva interceder –si es que no se ha remediado ya- ante la presidencia del Congreso de los Diputados para que el busto del político español más preclaro del siglo XX ocupe un lugar preeminente en el espacio donde se da cita la soberanía nacional. Digamos que favor por favor se paga; por derecho a licencia, vamos.

Manuel Azaña en su intervención de la sesión de Cortes de 13 de octubre de 1931 se refería a las realidades vitales de España. Su intervención se debía al debate del artículo 26 de la Constitución republicana, el llamado asunto religioso. Salvando la distancia y el tenor, conviene recurrir a ese concepto para intentar argumentar algunas cosas.

Entendamos por realidad vital el conjunto de circunstancias que por diversas causas vive un país para lo que aquí nos conviene. Vamos a circunscribirnos sólo a este aspecto, sin desvirtuar la idea ni restarle su vigor. La realidad vital es un concepto más amplio y con vertientes muy diversas.

Defiende Azaña que la realidad vital, mejor las realidades vitales por ser múltiples, es antes que la ciencia, que la legislación y que el gobierno.

Esa realidad vital de la sociedad ha de tenerse en cuenta por los gobiernos para enmarcar sus acciones políticas que se traducirán, luego, en normas y leyes de obligado cumplimiento. Es lo que se dice: para que no se legisle en contra del sentir del pueblo ni de espaldas a él.

El buen gobierno no se da a la proposición –incluyamos los dos poderes, el ejecutivo y legislativo, reservando al judicial un papel difícil en la conclusión de esta pretendida argumentación- de iniciativas legislativas a impulsos de necesidades perentorias y por espontaneidad. Ejemplos hay para corroborar esto, no lo haremos por obvio.

La respuesta temprana pero precipitada a una necesidad puede causar daños irreparables y sus consecuencias, impredecibles.

Resulta innegable que la situación de España es altamente preocupante. Un índice de paro insultante, una economía en receso, el sector financiero en caída libre pero rescatado “in extremis” y un clima social de absoluta desconfianza ante todo y por todo.

La oposición ejercida por el Partido Popular no paraba en barras con tal de hundir el gobierno de Zapatero aun sabiendo que semejante política causaba un daño innegable a la imagen de España necesitada como nunca de credibilidad. El Partido Popular no reparaba en nada ni se escuchaba voz autorizada en su seno que invitara al comedimiento. Se hizo mucho daño, y ese daño fue originado por políticos del Partido Popular bien capacitados, eficaces y eficientes, sobradamente solventes para esa tarea. Se nos vienen los recuerdos bien ciertos desde una memoria reciente y conmovida.

El Partido Popular mantuvo su verdadero programa político oculto, está haciendo justamente lo contrario que prometió. Adopta medidas que más parecen perseguir la eliminación de cuajo de derechos solidamente asentados y convenidos social y políticamente.  En los cimientos del edificio del bienestar se depositan cargas para su demolición, justamente eso es lo que percibe. Del Estado, la mínima expresión.

El gabinete de Rajoy propone e impulsa medidas que obedientemente su grupo político en las Cortes suscribe, incluso jaleando a su jefe por tan extraordinarios y “certeros” recortes, con algún que otro dicterio que anima aún más el ambiente de jolgorio de los diputados derechistas.

El efecto en la población, en el común, en la gente de la calle es demoledor. Al descontento inicial por el rumbo que iba tomando el gobierno, la deriva por el nuevo anuncio no es desde luego tranquilizadora, de modo que llovía sobre mojado.

¿Qué ha sucedido entonces? ¿Cuál es hoy la realidad vital de nuestra sociedad? Pues que nuestra sociedad está conmocionada y que existe un clima social de absoluto antagonismo hacia el gobierno del Partido Popular por las políticas antisociales que está promoviendo.

Los ciudadanos saben que el libro de reclamaciones ante las medidas neoliberales del Partido Popular se encuentra en la calle. No queda otra alternativa. Los movimientos convulsivos aparecen en concentraciones y manifestaciones

Crece en tanto la conciencia de fraude electoral. ¿Hasta qué punto una sociedad bien informada y con criterio propio puede someterse a los dictados de un poder político que le ha engañado a sabiendas, que le ha ocultado sus verdaderas intenciones, que ha variado sustancialmente su programa político por acciones, por tanto, contrarias a lo prometido? ¿Es suficiente alegar en favor del cambio de criterio del ejecutivo la falta de información sobre la situación real del país? ¿Podría, proponerse, al hilo de ese cambio sustantivo, el someter a consulta de los ciudadanos las nuevas directrices gubernamentales? ¿Acaso, dado el giro tan extraordinario, no convendría una llamada a las urnas con una campaña electoral donde los partidos y coaliciones explicaran de manera real y sincera la situación de España, las alternativas de acciones  que se proponen y las consecuencias de optar por unas u otras? Seguro que ya ha brotado en el pensamiento de algunos el calificativo “destrozalotodo” de “ingenuo” que actúa como un bebedizo paralizante envuelto en mansas reflexiones de responsabilidad y sentido común.

Empeñado está el gobierno en seguir en sus trece, con que no se generan muchas perspectivas de rectificación que calme el estado de febril ansiedad de una inmensa mayoría de ciudadanos condenados a resignarse y retroceder en su calidad de vida decenas de años.

La manifestación popular de rechazo se evidencia día a día. Con mayor frecuencia se dan casos de violencia ante la cerrazón del gobierno, que no mueve ningún músculo salvo los del cuerpo policial. Es verdad que vivimos en un Estado democrático, que garantiza libertades y derechos, que permite huelgas y manifestaciones. Pero las fuerzas son bien distintas de cada parte.

Si la sociedad entra en una deriva de confrontación total, seguro que habrá –ya se han dado, claro- acciones que sobrepasen las leyes de policía y de seguridad, incluso que puedan atentar contra principios recogidos en nuestra Constitución. ¿Hasta dónde se puede llegar? ¿Qué papel jugará el poder judicial ante hechos que serán denunciados por conculcar tales y tales artículos de tales y tales preceptos? ¿Cómo podrá, entonces, zafarse una sociedad que ha sido víctima de un fraude electoral?

No puede un gobierno, no está legitimado, para proponer y adoptar medidas contrarias a la conciencia política de sus ciudadanos, no puede ignorar ni atropellar las bases de su realidad vital.

Frente a la ceguera del gobierno conviene contraponer la tea del conocimiento de la conciencia política ciudadana que alumbra, sin violencia, el camino del interés general.

Hay políticas alternativas. Las hay. Y tenemos la responsabilidad de exponerlas y defenderlas tanto como explicar claramente las consecuencias por su aplicación. Nuestra realidad vital ha de imponerse por la fuerza de la razón. El primer paso es una consulta directa a los ciudadanos.



lunes, 18 de junio de 2012

Ciudadanos comprometidos, socialistas activos en defensa de sus derechos


“El que nunca ha caído no tiene una idea exacta del esfuerzo que hay que hacer para mantenerse en pie”
Multatuli. Ideas.

En estos momentos cruciales para el futuro de nuestro país y de nuestra comunidad, los ciudadanos queremos sentirnos protagonistas, ser protagonistas de las decisiones que condicionan nuestro presente y comprometerán nuestro futuro.

Queremos participar. Participar desde el compromiso y la responsabilidad para que, con independencia de las consecuencias de nuestras decisiones equivocadas o no, nuestra opción nazca de un ejercicio de libertad; libertad personal y colectiva, por compartida.

Somos los socialistas especialmente críticos con la situación actual. Cuestionamos y combatimos todas las políticas que atentan contra las bases del Estado social que entre todos y con políticas progresistas hemos construido.

Nos defenderemos hasta la extenuación, con inteligencia, con nuestra capacidad de lucha y resistencia, de todas aquellas acciones que se encaminen a la reducción de los servicios públicos que sostienen y garantizan la efectividad de derechos irrenunciables e irrevocables como son el derecho a una educación gratuita y sustentada en la igualdad de oportunidades, el derecho a una sanidad pública y universal; como también, el derecho a una pensión, por jubilación o enfermedad, suficiente para el sostenimiento de una vida digna, y el derecho a una asistencia por dependencia mental o física; pero, asimismo, el derecho a una vivienda, a la prestación por desempleo y, por supuesto, a un trabajo estable y de calidad con una remuneración económica adecuada en el marco de unas relaciones laborales justas y con condiciones que proyecten al trabajador como persona y no como instrumento productivo…

Vivimos en un Estado social y democrático de derecho con sus errores e imperfecciones, pero trabajamos día a día en su construcción para su mejora y consolidación. Opongámonos a su demolición.

Aquellas son razones para manifestarnos el 20 de junio en Badajoz, de entre muchas otras.


       

domingo, 3 de junio de 2012

¿Qué ética política?

   El ministro Montoro no se caracteriza por su habilidad dialéctica ni por su talla intelectual. Por intelectual me refiero a la dimensión formativa-reflexiva de la persona. Hoy le he escuchado que las medidas adoptadas por el gobierno están dando sus resultados.

  
Se refiere Montoro a la efectividad de los recortes en tanto que está disminuyendo el déficit público. Haría bien el ministro en considerar que, efectivamente, se está disminuyendo el gasto público en asuntos tan transcendentales para una sociedad como son la educación, la sanidad, la dependencia, los derechos laborales, entre otros.

   Significa esto que estamos hoy peor que ayer, pero mejor que mañana.

  Se cierran centros de atención sanitaria en poblaciones, quedando desamparados y a su suerte los vecinos que habrán de acogerse como hace años a las recordadas “igualas”, los que puedan pagarlas, claro, a médicos ejerciendo en lo privado sumando los regalitos por Navidad que es muy típico del carácter agradecido de esta tierra.

   La sra. Teniente no tiene talla política para enfrentarse a la situación actual, se ejercita en la marrullería de los incompetentes. Representa Teniente el desnortado gobierno que sufre Extremadura. Me enternece, sin embargo, Pedro Escobar cuando afirma rotundo en la calle, en el fragor de la lucha, y en la justa reivindicación de las manifestaciones populares contra el cierre de esos centros, que “si depende de Escobar esto se va a parar, si él tuviera 30 diputados, esto se para”. Escobar sueña con el liderazgo de la izquierda en Extremadura, por eso hace oposición a los socialistas y sostiene al gobierno de Monago a la vez que intenta oponerse. Vive, Escobar, en un flujo y reflujo de sinsentidos, en el gran magma de la contradicción. Cascos se rebela; Nogales, pace. Otro más cercano “está” en “estado virtual por su valía –se dice-profesional” (Espero impávido desde ya los comentarios del “tú más” y “que los socialistas y populares hacemos la misma política”. Ya se ve, ya se ve, ¿verdad?)

   Mientras tanto, los alumnos en clase se harán más sociales y conocerán a más compañeros pero no a fondo de tantos que serán; sin embargo, amigo, hay que pagar un precio y este será la disminución de la calidad de la enseñanza y la atención personalizada que todo acto educativo necesita.

   Los enfermos crónicos renunciarán “voluntariamente” a su imprescindible cuidado médico porque “la pela es la pela”, total qué más da ya si yo no valgo para nada, si para lo que estoy aquí es para estorbar.

   Los trabajadores conformados con la suerte, como en lotería, de tener un puesto de trabajo no muy bien renumerado, la verdad, pero que los tiene ocupados y de “ocupados que están hasta codazos y muerdos darán por seguir ocupados” mirando al lado y detrás y “que a mí no me toque, oiga”.

  Y los pequeños empresarios y autónomos que se les ha dicho que son ellos los proveedores de la sociedad y generadores de empleo y riqueza, verán reducido su papel a la producción marginal de la llamada economía real disfrazada de competitividad y excelencia, como si los “emprendedores” de los países emergentes fueran “tontos” en conocimientos y tecnologías.´

   Y después, los tiburones de las finanzas que se devorarán unos a otros por hacer ganar más y más a los que se enmascaran y se nominan  mercados de vergüenza que no tienen. Éstos son los dueños, y no hacemos una “hostia” por conocerlos, tan solo sea para “felicitarlos” por su sagacidad y astucia.

   Esto a Montoro le importa un bledo, él va a lo que va, es el aprietatuercas de la real politik.  Es así, aunque me cueste decirlo, y es que asusta la dimensión del discurso del ministro, porque de seguir por esta dirección podría plantearse niveles de gasto público por debajo de los “conseguidos” continuando así in aeternum  disminuyendo el “déficit para el saneamiento de su carga en el PIB”. La consecuencia de semejante empeño es la descomposición de un Estado “social” del que aflorará, como la maleza, un sistema “antisocial”, desarticulado, sin valores ni principios en común.

   Es bueno saber de economía y de finanzas, aunque de mucho no nos sirve a nosotros lo que tanto saben otros de estos asuntos. Sí sabemos, desde luego, lo que de beneficios algunos obtienen del mundo de las finanzas, que están como cerditos en lodazal, disfrutando de lo lindo, y lo vuelvo a decir: donde viviendo están por encima de nuestras posibilidades.

   No dudo que Montoro haya leído (estudiado) mucho y tenga extraordinarios conocimientos sobre el mundo económico, no me propongo poner esto en tela de juicio, no lo sé. Damos por bueno su currículum. Pero, a la luz de sus intervenciones, sospecho que poco ha leído de derecho natural y de ética política; o, al menos, parece no recordarlo si alguna vez así lo hubiera hecho.

   En mi opinión, el sr. Ministro haría bien, y mejor nos vendría a todos nosotros, que se esforzara –es una sugerencia- en comprender cómo debe ser y cómo debe organizarse la societas civilis y, asimismo, reflexionar sobre los valores, los principios que han de regir esa sociedad; en definitiva, por los valores y principios por los que ha de gobernarse y ser gobernada la sociedad a la que aspiramos desde el derecho natural que nos asiste como personas, de modo que se cubran, se satisfagan nuestras necesidades, nuestras demandas como seres humanos; esto es, se reserven siempre los derechos de todos, tanto individual como colectivamente.

   Montoro necesita la brújula de la ética política. Sin ella, su función en el gobierno de España me desconcierta. Nunca sabré qué planes idea el ministro, pero sí estoy seguro que no van en el sentido de crear cuerpo social, sino grupos de intereses. Allí donde prima el interés se conforman grupos superpuestos. Hace falta una ética política, Montoro carece de ella. ¿Y Rajoy?

martes, 3 de abril de 2012

ANTES DE LA HUELGA GENERAL.

Dice don Víctor Casco que va "a hacer huelga general", con lo que no acudirá a la Asamblea de Extremadura. Su deseo es, claro está, que se visualice su apoyo a las reivindicaciones de los sindicatos y "estar al lado" de los trabajadores. Los tres diputados a la huelga. El debate que se ha suscitado es inútil. Plantear que un diputado se ponga en huelga es absurdo por la propia naturaleza de sus funciones.

El Sr. Casco quiere poner en un aprieto -en un brete, vamos- a los diputados socialistas de la Asamblea por cumplir con su irrenunciable responsabilidad de representación, dando a entender que tanto Partido Popular y Partido Socialista están a otra cosa al margen de los trabajadores en huelga, unos como patrones de la reforma y otros como "esquiroles" de las medidas.

El Sr. Casco y "los otros" creen haber aprendido la lección. Desean hacerse un sitio, dicen ellos que haciendo oposición al PP y al PSOE, en aquello que no le convenga a su ideario. Olvida el Sr. Casco, y sus compañeros, que al PSOE no le pueden hacer oposición puesto que los socialistas no están gobernando. Pero por el contrario, cuando voten en contra de las propuestas socialistas o se abstengan sí han de medir su decisión pues como consecuencia afianzarán para bien o para mal la acción del gobierno popular en la materia de discusión y debate. Es así de cruda la vida parlamentaria pero es así, no hay vuelta de hoja.

Volviendo al asunto de la huelga, como digo "practicar huelga" por todo un señor diputado es como estar casado y comportarse como soltero o, al menos, parecerlo. No deja de ser una engañifa. Bien se podría haber aprovechado la jornada de huelga general para hablar de las consecuencias de las medidas de la Reforma en el depauperado mercado laboral extremeño, cosa que los señores diputados Escobar, Cascos y Nogales han impedido en la Asamblea de Extremadura (esta postura confirma la acción del gobierno popular al zafarse de la debida y necesaria explicación que merece la sociedad extremeña).

Solidarizarse con la huelga del 29, abrazarla, compartirla, eso es otra cosa; por ejemplo, en algún momento puede, si es deseo del Sr. Casco, acompañar a los huelguista o emitir algún comunicado o declaración, u otros gestos y acciones más determinantes, pero ponerse en huelga está absolutamente fuera de lugar.

La huelga general aun siendo, como son todas las huelgas generales, huelgas políticas -con todo derecho- no hace que el representante de los ciudadanos abandone sus funciones, porque son irrenunciables, salvo en caso de dimisión, estará aquí o allí pero sus funciones no cesan, por mucho que su voluntad le pida otra cosa. Existen los "caraduras" que de la representación popular hacen tablilla para escaquearse. Cuando hacen novillos, la representación está ausente. Opino, que dadas las circunstancias habrá que dotar a los señores diputados de "buscas" como versión adaptada de la conciencia a las nuevas tecnologías.

Sucede que muchos, al tener nómina, confunden salario con prestación por representación. En fin, los nuevos tiempos despistan al personal.

No olviden, todos los demás, que hay razones más que sobradas para hacer huelga general.






LIEBRES

Todo va endiabladamente deprisa. El martes, como si hubiera pasado ya meses, es decir, ayer, el ministro de Economía y Competitividad, Luis de Guindos, soltó la liebre.
 Sé que al ministro le acompaña un currículum brillante y muy especializado en asuntos económicos; pero, también, al haber nacido en 1960 se formó en una asignatura de la etapa franquista que suponemos él ha superado, pero el poso... querámoslo o no, queda si no se intenta el reciclado continuo, me refiero a la Formación del Espíritu Nacional.
¡Qué poco evoluciona el pensamiento conservador en cuanto a preservación de derechos ciudadanos! ¿Duda, acaso, el Sr. de Guindos que ese derecho, hoy constitucional, es garantía de participación civil en los asuntos que conciernen a los ciudadanos frente al poder político y empresarial como grupos que ocupan un poder difícilmente controlable?
No es que la huelga general sea un instrumento. Esa acción es un derecho cuyo ejercicio cambiará -los modos- de acuerdo a los tiempos. Recuerde el Sr. de Guindos que en situaciones democráticas, y sin abusos de hambre, el personal no persigue a los empresarios, ¡cómo hemos cambiando desde no hace tanto tiempo!
A mí lo que me preocupa es que el Sr. de Guindos y el de los defensores del neoliberalismo ignoren que su pensamiento es cíclico, siguen haciendo lo mismo y empeorándolo todo en el sistema capitalista que tanto defienden. Pero, estoy seguro que, en el fondo, tanto él como yo sabemos que eso del libre comercio, la libre empresa -me refiero al sistema a lo grande no en la realidad cercana- es una farsa. Por ejemplo vale, uno solo, y él lo conoce muy bien: el rescate financiero. En verdad, siguiendo los principios capitalistas, no habría que haber acudido a él ni los gobiernos instar a los bancos centrales a proponerlo y facilitarlo. Siendo generosos, podríamos exponer un ejemplo más de la farsa: el libre comercio practicado en Occidente...Nada más alejado de aquel laissez faire-laissez passer. Él si sabe a qué nos referimos porque anduvo en esos líos. Hay bibliografía abundante. Me gustaría que hiciese él alguna valoración sobre trabajos realizados por economistas de prestigio como Samir Amin, Elmar Altvater, François Morin o Peter Gowan (fallecido). Hay políticas alternativas. En verdad, el Imperio Británico nunca aplicó las políticas de Adams Smith, todo fue militarismo y fuerza para la preponderancia occidental sobre los conquistados y sometidos.
El sr. ministro sabe también como yo que a estas "liebres" para entretenimiento hemos de entrar, pero para acallarlo, sin olvidar que el objetivo es el que es, y el 29 es un instrumento al que le seguirán otros, porque esa no es la política que nos sacará del atolladero en el que nos han metido. Es verdad que él tiene mucha experiencia, recopilada de sus responsabilidades en Lehman Brothers, del que fue presidente ejecutivo para España y Portugal, precisamente dos años antes del derrumbe...en 2008 ya estaba ocupando otras responsabilidades a salvo de los cascotes del edificio de cimientos viciados que él sin duda ayudó a edificar en pleno auge de las "subprime". En fin eso es otra historia.
Que no nos vengan con los cuentos de posmodernos, que como decía alguien de por aquí: ¡qué son más antiguos que el hilo negro!
Nosotros a lo nuestro, que hay mucho por hacer. Rectificando y aprendiendo de los errores. Dicen que de los errores se aprende, pues nosotros después de los muchos que hemos cometido estaremos ya alcanzando la sabiduría. La izquierda es el sitio.

EL PLUMERO.

EL PLUMERO.
El diputado electo de UPyD por Asturias, al que no cito por no propiciar más publicidad, insta a un gobierno de concentración.
Se entiende que a tal "concentración" son llamados todos los grupos del arco parlamentario derechas, izquierdas e indefinidos (mejor, indistintos). El asunto no da para más: el diputado quiere zafarse de la presión que significa optar.
Pero no, tiene que apostar. O concentración de izquierdas o concentración de derechas.
Las concentraciones globales son para otras situaciones, hombre. Decir que Asturias necesita un gobierno de concentración es para que le hagan renunciar a su acta de diputado y que deje de hablar por boca de su presidenta.
Estos grupos que juegan a ser partidos, con máximas, dogmas, demagogias., vanos espacios comunes..se vienen abajo cuando hay que decidir,no resisten un "partidillo" un poco serio, son en exclusiva para pachanga. Es lo que pasa siempre.
UPyD, con todos los respetos a sus convencidos, es la plataforma hecha a la medida de la ambición política pesonal de mi excompañera Rosa Díez.
Me imagino a Rosa proponiendo a Rajoy: reforma electoral ya.
De eso tendríamos que hablar.

domingo, 19 de febrero de 2012



EL DILEMA MORAL DE GARZÓN.

            Garzón intuía que, a la sombra, los inculpados por la trama Gürtel andaban en sospechosos menesteres con sus letrados. Los protagonistas del affaire parecen incómodos en el agujero. Sueñan con lugares más cómodos, cuando menos más exóticos donde disfrutar de la fortuna destilada de la marea azul in crescendo. Desde luego, todo se pretende bien fundado para parapetarse tras buena defensa y pertrecharse de argumentos del todo vale
¿Qué desvelaba el sueño de Garzón? ¿Los muertos olvidados en las cunetas de la sangrienta mascarada golpista? ¿La cara dura de algunos de aquellos personajillos tan bien trajeados? Todos y cada uno de los procesos a la vez. A Garzón no se le veía despistado. Supuestamente, claro; no vaya yo a dar con mi espalda en “respaldo” de banquillo.
            No es que nuestra comunidad bien pensante tenga un dilema moral con Garzón, aparte de los más concienzudos, porque por lo general cada cual a lo suyo.
            El dilema moral brota en Garzón. Hacer o no hacer, a sabiendas de que de lo que se hace se es.
            Garzón parece haber sido educado en una férrea disciplina que se crece en el deber de hacer prevalecer el bien sobre el mal, lo justo sobre lo injusto aun cuando se tenga que pasar por arraigados convencionalismos, tratados, normas o leyes. Hay que hacer lo que hay que hacer, muy de moda hoy.
            Pero hay que avisar. Está lejos de Garzón el maquiavelismo de “el fin justifica los medios” que con tanto empeño avivó la inigualable –en estos quehaceres- presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, reprobando la acción del magistrado, de modo que tal actitud fuera merecedora de escarmiento a lo Crimen y castigo. Esperanza no pierde la suya por ver el remordimiento hecho carne en Baltasar como si éste mereciera por su atrevimiento el destino de aquel atormentado personaje de la magistral obra de Dostoiesvski.
Todo tiene un límite y Garzón representa para Aguirre el intruso cabecilla con ínfulas al que obligadamente conviene administrar tal padecer como para dejar paralizados a otros noveles incautos. Aunque se dice liberal, Dña. Esperanza es muy de castigar la vanidad de vanidades.
A Dña. Esperanza siempre se le espera y siempre está tan oportuna como certera con algún dicharacho, siempre tan aplaudida y celebrada por la derecha mediática sucesoria, vamos la de toda la vida, la de siempre, siempre siempre.
No se olvide que Dña. Esperanza está en tête de la course y es la favorita de los organizadores del coup de Jarnac lanzado contra Garzón. Y todo esto a tumba abierta, sin dopaje.
Es impensable en Garzón, según sus más allegados, un maquiavelismo por lo excelso y soberbio de su carácter, por su justeza y porque aplica su moral a la práctica sin concesiones. No cabe en Garzón la más mínima duda de que aquello que hace es lo justo y lo admirable en grado superlativo. No sabe fondear en aguas turbias.
            ¿¡Pero algo tendrá Garzón cuando no lo bendicen!? ¡Ah, bien! Miren, en Garzón hay más de probabilismo que de maquiavelismo.
            Apuesto que Garzón ha leído a Tomás de Aquino. Como juez bien sabe que el desconocimiento de la ley no exime del castigo por su trasgresión en contra del pensamiento de Aquino. Garzón, a pesar de su conocimiento excelente de la ley, por las circunstancias especiales de los casos de los que entiende se convence de que su justa causa es eximente del estricto acatamiento de preceptos para él cuestionables. Para Garzón la ley dudosa no obliga (lex dubia non obligat) y se lía la toga y si faltara, se arremanga y embiste. Ese es el matiz. Garzón sublima contradictoriamente el pensamiento de Aquino y el dogma de los nuevos tiempos. Es que Garzón es muy jesuítico.
            Sumando y restando haberes Garzón es el ángel caído, el árbol para la leña. Garzón es el caballero de la adarga antigua que no pudo librar defensa de los más feroces golpes por esperados que fuesen; y de la lanza ya quebrada que no amenaza a nadie, y rota y olvidada quedará en el astillero de las posibilidades que pudieron ser y nunca fueron más que inutilidades. Es el Hércules vencido, el héroe a menos.
 Es difícil -decía Thornton Wilder- dejar de convertirse en la persona que los demás creen que uno es.
El descalabro es de cuidado. Muchos se sienten desamparados por la suerte del juez e inermes. Piensan todos que el peor castigo para Garzón será el olvido.
            Garzón optó. Él mismo está convencido de que hay hombres que no pueden ser juzgados por otros hombres, sino que responderán ante la Historia y ésta los absolverá desde la majestuosidad del fallo infalible. Éste es Garzón.
            La lección está aprehendida, por si acaso. La permanencia de las esencias patrias garantizada, por eso está todo bien atado. Ésta es España.
            La ruptura con el pasado tuvo su oportunidad hace ahora más de treinta y cinco años. Ya es tarde. ¿Qué se hará para que de la tardanza, en cambio, renazca la dicha buena?



           

miércoles, 8 de febrero de 2012

SEÑORÍO

Tenía que intentarlo. A lo máximo que me arriesgaba era a un sonrojo pasajero debido posiblemente a comentarios que bien podría yo, en mi defensa, atribuir a gente mezquina congregada en torno a críticas solazosas; por otra parte, tan típicas de por aquí.
Me dispuse, entonces, a elegir la tienda propicia.Entré decidido a hacer prevalecer mis supuestos derechos no de ciudadano sino de "prójimo". Ya, ya. Me explico: de semejante al prójimo.
Pantalón y un par de camisas. También, una corbata en el último momento. Todo muy cuidadosamente colocadito, en la bolsa de publicidad impresa, por la simpática y entusiasta dependienta.
Tomo la bolsa con mi mano derecha recibiéndola de su mano izquierda, rápidamente me la cambio a mi mano izquierda. Mi mano derecha, libre, la extiendo hacia su mano derecha -que esperaba otra cosa- que estrecho en amistoso gesto que casi me da la oportunidad de propinarle dos besos. No lo hice, se me antojaba un exceso innecesario.
Después del apretón me dirijo grácilmente hacia la puerta. Todavía tuve tiempo de mirarla de soslayo para comprobar su mirada atónita.
Por la acera, su voz me llega a mis atentos oídos. Me volví; ella, en dos pasos, llegó junto a mí:
- Oiga, no me ha pagado- dice educadamente.
- Perdone, he seguido el ejemplo de Camps en Valencia, pensé yo que aquí...
-No, no... aquí es usted un paganini más -cambiándole de súbito el humor-  Aquí se paga al contado con billetes o con tarjeta. No se preocupe que le damos su tique.
¿Qué podía hacer sino atenerme a su razón? Podría haberme negado, y dejar mi honor en manos de un jurado popular comprensivo. Pagué y recogí mi tique. Sé que Camps, no. Punto para Camps.
Pero no me rindo, probaré en alguna tienda de moda que sepa apreciar mi gesto. Tendré que ensayar. Sonrisa blanca, bien rasurado, traje ceñido, habla ampulosa.
Sigan mi ejemplo, "practiquen Camps", lo mismo tienen suerte.