domingo, 6 de abril de 2014

LA INMUNIDAD DIRECCIONAL, Y DE DOBLE SENTIDO.

Parejo y nosotros. La inmunidad es direccional, y de doble sentido.
Con más frecuencia de lo deseable, algunos llegados a la política se invisten de la inmunidad que ellos creen que les proporciona gratis el cargo de modo que dejan caer cualquier afirmación sin importarles que aquello que digan sea totalmente falso, lo hacen sin responsabilidad alguna. Actúan como los perros guardianes que no ocultan su agresividad envuelta en aparente seguridad. Son como la fuerza de corps. Son los escogidos, los elegidos para cuidar y proteger el cortijo. Su actividad es profusa sobre todo los fines de semana cuando los “principales” se toman el descanso merecido del guerrero o se hacen ver por sus vastos territorios de conquista para enriquecer su ego y, de paso, asegurar su tesoro. El cometido de los guardianes, en cambio, es salir al paso de los pasos del “enemigo” político. La consigna es “duro y a la cabeza”. Normalmente el arma se exhibe en comparecencia y viene cargada de mensajes poco meditados pero con premeditada carga de profundidad aunque su veracidad poco importe como respuesta contundente a la iniciativa del oponente. Inevitablemente me llega la imagen de ciertos perros: unos, los de feroz estampa marcando espacio; y, también, los otros, los perritos falderos, los ladradores sin motivo ni razón que tan antipáticos nos parecen.
Después está la otra inmunidad, la nuestra. Estamos como curados de espanto. Tenemos una costra, una coraza casi impermeable a los dardos que nos vienen de aquellos que están ocupados en las tareas de la política minúscula. ¡Qué resistencia revestida de hartazgo! Pero la lluvia cala, se introduce por la grietas de la coraza y penetra hasta el fondo, y las consecuencias son terribles. Estamos calados hasta los huesos, tanto que nos tienen enfermos aunque el maldito mal no se nos manifieste..
En algunos casos, la buchada con pose fanfarrón es tan gruesa que me viene otra imagen que no es precisamente la del mimoso Platero. Otro, cualquiera, el terco, el testarudo. Algunos necesitan de ciertos aparejos.

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