sábado, 14 de julio de 2018


Enmendar la plana


Ahora que aquí nos encontramos disfrutando de nuestros "clásicos", nos vino a fastidiar, días atrás, el impertinente y antojadizo emperador yanqui (digo esto, porque él mismo prefiere representar, en la tragicomedia internacional, el papel del odiado antes que el de respetado señor ante el respetable). 
Parece que nuestro decadente emperador se encuentra rodeado de decenas de "petronios" todos dispuestos a reírle las gracias (aunque algunos, por unos motivos u otros, acaben hastiados y desesperados por tanta bravuconería), pero espero que todos, finalmente, pongan punto final como el "árbitro de la elegancia" aunque de manera menos trágica.
Es menester que los provincianos europeos se armen de valor -no es necesario que actúen a la altura de un Marco Vinicio, el personaje de la novela de H. Sienkiewicz-, pero sería alentador, al menos, que ocuparan su sitio, y no su localidad como meros espectadores.
Ya más formalmente, me gustaría decir que nuestros representantes deberían exigir respeto para con ellos por parte del Sr. Trump. Un trato de igual a igual, bajo formas civilizadas y dignas.
Y, además, es tiempo de replantearse, analizando la actual situación, un nuevo marco de relaciones internacionales que favorezca a todas las partes, aun sabiendo de su gran complejidad, y ponga en su verdadero lugar y punto exacto a los Estados Unidos. La geopolítica de hoy se sostiene con distintos contrapesos. El esquema tradicional ya acabó hace años.
Debería saber el Sr. Presidente, o ser consciente de ello, que nosotros somos más de las ideas de aquel compatriota suyo -que supongo él conocerá, incluso mejor que yo- más preocupado por el sentido de la vida, porque precisamente no deseamos una vida sin principios. Me refiero, por supuesto, a Henry David Thoreau.
Por nuestra parte,somos más partidarios de la "desobediencia civil" en tanto que no nos someteremos (eso espero) a pagos caprichosos para sostener el maniqueo orden internacional que unos pocos vienen desde siempre imponiendo por medio del infame trasiego armamentístico. Un comercio para su exclusivo beneficio. Un beneficio de sangre.
Por cierto, la OTAN (la Alianza Atlántica que decíamos ayer) resulta tan caduca e inservible por sus objetivos y estrategias como lo que representa hoy la figura del "caballero del norte", aunque en algunos círculos de poder esté de moda.








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